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Foto de grupo 4 de octubre 2012 |
Ayer nos encontramos de 7 a 9.30 en el taller Comunicación y Conexión, que Leyre, Marc y yo compartimos con 7 madres.
Gracias a la magia de compartir situaciones cotidianas y ponernos en la piel de nuestros hijos se generó aprendizaje y conciencia sobre cómo y cuanto les escuchamos, cómo nos comunicamos y cómo creamos conexión.
¿Cuales son las interferencias ? Nuestras expectativas, tener la razón, nuestra agenda, la presión social, presunciones...
¿Como sería ofrezcernos verdaderamente al otro, desde todos nuestros poros para llegar a captarlo en todo su explendor, en todo su intensidad confiando en él, acompañándolo en la expresión de sus sentimientos?
Practicamos la escucha y nos dimos cuenta de que cuando las interferencias salen de nuestra comunicación VEMOS a nuestros hijos.
1. Quedarnos en un nivel 1 de comunicación. En el que estamos con nuestra agenda, nuestro tema. En el que “tenemos que”. En el que aunque oyamos al otro, no lo oímos realmente pues pronto tenemos ganas de dar un consejo, de explicar nuestro diálogo interno, cargado de nuestra experiencia personal.
2. Pasar a un nivel 2 en el que “abrazamos” al otro y nos abrimos a lo que nos expresa. Ahí no vale escuchar y ver la tele o cocinar o escribir en el ordenador al mismo tiempo que escuchar. Ahí vale, poner los cinco sentidos en lo que el otro dice, expresa, siente.
3. O llegar a un nivel 3 donde sentimos que pasa en el ambiente, que se respira: curiosidad, nerviosismo, prisa… Que hay ahí que no es evidente y que tal vez es la clave de lo que el otro nos está explicando. Sin juicio, expresando nuestra intuición, nuestra sensación.
Si escuchamos y somo curiosos con nuestros hijos se genera conexión, dejamos de estar en nosotros para estar en ellos.
Indagar, preguntar con preguntas abiertas, llegar a entender y comprender, crear recursos, responsabilidad.
La experiencia fue de nuevo única, de vivir y experimentar. Son momentos de darse cuenta de lo que está pasando cuando estamos comunicando con nuestro hijo. Nos encontramos que a menudo queremos encontrar la solución al aparentemente “problema” de nuestro hijo. E intuimos que a la mayoría nos convendría más “escuchar” y menos “hablar”. Más “sentir” y menos “pensar”.
Aprender es jugar, asimilar, compartir momentos con los compañeros. Ayer fue un camino más a acercarnos a la sabiduría de nuestros hijos, para aprender a través de ellos.
Sólo nos quedan palabras de agradecimiento por vivir 2 horas y media de aprendizaje profundo. Por ver en sus ojos y en su expresión ese pasito hacia una comunicación más sana, más completa. “Falta practicar más “ -nos decía una participante!- Ahí estamos repensando esos espacios de aprendizaje vivencial, cómo ofrecer esos momentos para practicar, para indagar más…
Os agradecemos vuestro granito de arena a este proyecto que cómo un bebé empieza a gatear.
Gracias grupo por estar ahí y vivir con nosotros esa parte del camino.
¡Os esperamos con placer en la próxima estación ! Y os animamos a dar vuestra opinión en este blog sobre la experiencia que vivisteis ayer u otras que queraís compartir
un abrazo de “aprendiz de mamá”.